Autora: Leda Abril Moreno
Vicepresidenta de la Academia Panameña de Literatura
Infantil y Juvenil
Médico Nuclear y Escritora de Literatura Infantil
Contacto: ledabril@hotmail.com
La literatura infantil tiene entre sus funciones, la transmisión de valores, la transmisión de la cultura y la transmisión de la creación. Aunque hoy día su carácter literario tiene tendencia privar sobre el carácter moral, sigue funcionando como un mecanismo formativo de la adaptación del niño y la niña a su contexto social [1]. Panamá sufrió en Diciembre de 1989 el operativo militar Norteamericano, conocido como La Invasión: 26,000 unidades militares norteamericanas se enfrentaron a 12,000 efectivos panameños, con el propósito de capturar al General Manuel Antonio Noriega, gobernante de facto del país. [2] . El Cuartel Central del las Fuerzas de Defensas Panameñas, se ubicaba en el populoso barrio de El Chorrillo, construido a principios del siglo XX, a orillas del Canal y contaba en esa fecha con una población infantil de aproximadamente 8 mil niños. El barrio, en su mayoría compuesto de casas de madera, se incendió, llamándosele "La Pequeña Hiroshima". No han logrado contabilizarse la cantidad de víctimas. No existen museos dedicados al tema que expongan a las nuevas generaciones a un hecho que cambió nuestro país. Los textos escolares que revisan el tema son escasos, así como aquellos escritos para niños y jóvenes, reflejando un trauma profundo en la sociedad panameña. Todas estas carencias impiden que las nuevas generaciones de niños panameños se formen un concepto de lo que supuso este conflicto armado.
1. AUTORES E INFANCIA FRENTE AL TRAUMA DE GUERRA:
Los escritores, como seres sensibles siempre han
reflejado lo sucedido en la sociedad a la que pertenecen. También se han
esforzado constantemente en la búsqueda de la belleza y la perfección.
Particularmente, los escritores de literatura infantil y juvenil, se esfuerzan
por ofrecer la visión de un mundo mejor. La ausencia casi total de textos que
reflejen La Invasión de 1989 en la literatura infantil y juvenil panameña, no
hace menos que llamar la atención sobre una herida profunda que casi un cuarto
de siglo después, no ha sanado en la sociedad. A diferencia de países como Sud África,
donde el Presidente Nelson Mandela llevó a una gran concertación nacional y se
expusieron las razones y traumas de ambas partes, en Panamá, se ha intentado
echar velos tras velos oficiales sobre los sucesos. Los escritores de
literatura infantil-juvenil panameños, en general, han imitado este intento de
olvidar oficialmente lo sucedido.
Antonella Ponce destaca como la autora que se
interesó por los niños de El Chorrillo en el período inmediato post Invasión.
Su libro "Las casas son para vivir, que no vuelva la guerra" [3],
compila textos y dibujos de un grupo de niños refugiados de 5 años de edad con
los que desarrolló un trabajo psico pedagógico. Por ejemplo, Mélida, una niña
describe en un texto y dibuja:" Se
quemaron mucho las casas porque había mucha candela. A esta señora le
dispararon y el beby lloró y el beby se quedó triste. Esta es la candela y las
casas que se quemaron. Se quemaron mucho las casas y la gente salieron
corriendo para que no se quemaran todas las casas, y las casas se quemaron y ahora
dicen que están haciendo las casas, y las que están aquí se quemaron. Yo estaba
muy triste porque se quemaron las casas." Aunque estos textos
documentan de manera realista los efectos socio psicológicos en estos niños, no
representan textos de literatura infantil o juvenil que puedan integrarse en la
educación o en la lectura cotidiana de los lectores.
Al igual que en la literatura mundial, Antonella
Ponce postuló en sus textos la necesidad de asistir a este grupo de niños
víctimas de la guerra, en su recuperación así como reintegración social. La
sociedad panameña ha vuelto mucho más violenta con respecto lo que fue en la
década de los 80. Los antiguos niños del reconstruido El Chorrillo, son los adultos de uno de los
barrios más difíciles del país, donde han prosperado la pobreza, las armas, las
pandillas y el crimen organizado. Se
describe en la literatura científica, que los niños que han vivido una
experiencia de guerra, han sido expuestos a [4] : muertes,
violaciones, heridas, amenazas contra la vida, heridas, falta de víveres, miedo
a las bombas, a la integridad corporal, pérdida de familiares, pérdida del
status de vida, entre otros. Ha sido descrito como causa directa de estos
incidentes, actividades posteriores delincuentes o ansiedad/depresión.
Antonella Ponce, describió en la Revista Panameña de Sociología [5]
las condiciones de vida social, familiar, económica y cultural de estos niños,
pre y post Invasión, así como las reacciones secundarias al bombardeo: gritos,
llantos, insensibilidad emocional, terrores nocturnos, conductas regresivas,
somatizaciones. Si se hubiese contado con suficientes textos escritos para
estos grupos, habrían servido de base para múltiples trabajos con la juventud
afectada por la violencia de la guerra, en El Chorrillo y otros barrios.
Revisando el borrador de este escrito, Lizbeth,
Secretaria Médica que contaba en 1989 con 7 años, recuerda al ver los dibujos
de “Las Casas son para vivir, que no vuelva la guerra”, su propia experiencia,
en el barrio de Tocumen a 30km del Chorrillo y adyacente al Aeropuerto
Internacional que fue ocupado militarmente por el ejército Norteamericano: “los dibujos de estos niños me hacen
recordar lo que viví: los helicópteros tirando balas, mis hermanas y yo horas
tumbadas en el piso. Nosotras llorábamos. El barrio entero fue ocupado por
militares. No teníamos que comer y esos mismos militares nos dieron días
después, dulces y comida.- (La Invasión fue cerca de la Navidad).- Nos llevaron a vivir donde unas tías en Las
Cumbres. Nunca les he hablado a mis hijas de esta experiencia. Supieron de la
Invasión por un programa de televisión. Me hubiera gustado tener este libro
para así poder explicarles a mis hijas como fue. ” Es que la fuerza gráfica de los dibujos
infantiles, va más allá de la censura adulta: humo, fuego, gente en el suelo.
Lágrimas. Muertos. Mujeres, hombres,
niños y bebés muertos. Helicópteros en el cielo que lanzan hilos rojos
(láseres) a las casas y a las gentes.
2. GUERRA, VIOLENCIA Y PAZ.
¿Existe un rol para la violencia en la literatura
infantil? La misma pregunta se hace la autora Megan Creasy en su texto: ¿Does
violence have a place in children literature? Hay escuelas que abogan que la
literatura infantil debe estar exenta de imágenes violentas, que inician principalmente
desde la era moderna, sin embargo, la autora expone en su texto que dado que la
violencia existe en la sociedad, los niños deben estar conscientes de las
realidades que enfrentan [6]. La misma autora continúa en su texto
exponiendo, que a pesar que las historias referentes al Holocausto se
escribieron paulatinamente, en 2002 la literatura de Estados Unidos se pobló
con textos para niños y jóvenes después de la tragedia de las Torres Gemelas en
2001. La mayoría de los cuentos clásicos de hadas están plagados de ejemplos de
violencia: El lobo que se come a la abuela en la caperucita roja, La sirenita
que se corta la lengua con tal de perder
su cola, entre otros. Es muy difícil hoy día eliminar completamente la
violencia de la niñez, dada la presencia de los medios de comunicación y el
Internet. Lo que si podemos ofrecerles es mensajes y textos que les permitan un
análisis crítico y la búsqueda de la paz en los conflictos.
3. TEXTOS PANAMEÑOS
El cuento clásico que expone el tema de la guerra
en la literatura infantil panameña es "El Niño y la Bomba" de
sociólogo y escritor panameño, Raúl Leis ( ver entrada en este blog). [7] . Su versión original
data de 1986. Allí expone la relación de un niño con una bomba y como consigue
desarmarla. No podemos olvidar los campos minados que todavía existen en
nuestro país desde la segunda guerra mundial. A pesar que esta bomba es muy
personal, a la vez, es muy universal. Desarmarla significa obtener la paz. Raúl
Leis ofrece en su texto un ejemplo concreto de la búsqueda y la negociación para
la convivencia en paz.
Leadimiro González en su cuento "La
Invasión" [8] expone mediante animales antropomórficos la
invasión de la selva nativa de un grupo de animales por parte de unos
cazadores. Los animales eventualmente " echan a los cazadores de sus tierras.
Este texto está dirigido a niños y niñas de edad pre escolar y escolar. El
final dado a este cuento es un final idealizado con respecto a lo sucedido en
la verdadera Invasión, sin embargo, puede servir como base.
Estela Perigault de Malgrat , en su cuento: "Don
Guille" [9], escribe sobre La Invasión utilizando los barrios del
Chorrillo-San Felipe, y cómo los chicos buscan refugio de las bombas. Este texto está dirigido a
niños y niñas de edad escolar y está muy bien ambientado. Fue ilustrado por
Rogelio Carles panameño que vive en Nueva Zelandia. Los niños salen de su refugio, cuando la mayor parte del
peligro ha pasado. La autora explica que no quiso exponer a los niños del
cuento a visiones de cadáveres o personas desmembradas, tal como ocurrió en La
Invasión real. Este cuento avanza con respecto a los textos anteriores en
involucrar a los actores en un escenario realista.
4. CONCLUSIONES
Hay
muy pocos ejemplos en la literatura infantil panameña que hablen sobre la
Invasión de 1989. Probablemente sea secundario a un trauma no superado como
colectividad, o a la visión que todavía persiste entre los autores, de que
existen temas tabúes y que a la juventud debe mostrárseles un mundo idealizado.
Este año se cumplen 25 años de la Invasión, por lo que nos enfrentamos a un
marco histórico para recordar la fecha y exponer a las generaciones que no
fueron partícipes de los acontecimientos, a los hechos reales, con el fin de
que busquen una cultura de la paz en base a sus propias conclusiones.
5. REFERENCIAS
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Excelente artículo. Triste que no existan investigaciones sociales suficientes que revelen y acrediten el síndrome posinvasión sufrido por todos y en especial, por los niños de aquel momento, hombres ahora.
ResponderEliminarGracias..tu opinion es importante
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