miércoles, 23 de noviembre de 2011

Escribir compulsivamente para niños y niñas panameños.


 Entrevista por Marilina Vergara.

Ledabril Moreno empezó a escribir por una necesidad: “Durante la dictadura, los jóvenes teníamos la boca amordazada, así que, con su caída, empieza a proliferar la literatura de temas que no son nacionalistas o de interés del gobierno”.
Cuenta que un día fue a buscarle un libro a su sobrino “pues añoraba transmitirle la magia de los libros que me compraban mis padres en la antigua librería Menéndez” pero no encontré ningún texto “de calidad”. Además, recordó que durante la invasión, “las librerías no habían sido saqueadas y me dije que, si los adultos panameños no leían, era porque no habían tenido una buena oferta de libros cuando eran niños”. En esa época, a inicios de los años 90, “estábamos en la reconstrucción del país y todos teníamos el idealismo de aportar un granito de arena”. Además, Ledabril quería apartarse “de lo estirado e intelectual de mi carrera de médico”. 
Le encantan los desafíos, por eso se lanzó al mundo de la literatura. “Después de la invasión se forma el taller de cuentos Umbral, que se reunía en el antiguo museo Reina Torres de Araúz en la plaza Cinco de Mayo. Estaba dirigido por el Profesor Juan Gómez”, recuerda la escritora. “Escribir es una compulsión que no puedo evitar. Me gusta la literatura infantil, porque puedo construir mundos sin límites”, manifiesta la autora de cuentos para chicos. El tema a tratar con los niños “depende de la cultura”, dice Leda. “Escribir es transmitir un mensaje. Por lo general, se intenta transmitirle a nuestra juventud mensajes, valores, situaciones, sin caer en paternalismo, escolaridad disfrazada o moralismo”. Para ella “no hay tema tabú, mientras exista un problema en la sociedad, todos los temas son necesarios porque queramos o no proteger a nuestros hijos, eventualmente serán expuestos a la realidad, pero recordemos que los cuentos para niños van a ser seleccionados por lospadres y maestros antes de pasar al niño y esto es sumamente sensitivo”. Añade que “los niños intuitivamente prefieren que se les cuenten historias conflictivas, no historias planas, porque es a través del conflicto de los personajes que aprenden a resolver los propios”. En 2004, participó en el fallido proyecto de Unicef- Ministerio de Educación junto con otro grupo de escritores. Su primer cuento ganador “Si yo fuese”, en el concurso Alas Abiertas en 1999, “tenía visión de género y hablaba de unas niñas vendedoras de plátanos en el semáforo”. “La pobreza no respeta el género. En realidad, estas niñas existían en el semáforo de Chanis y las vi crecer”, acota la escritora.
Otro cuento suyo, “Inés la bolita” (ganador del Medio Pollito), es sobre “una bolita que se creía una mariquita de papel, hasta que se vio en un espejo”.
Narra que lo escribió en Francia “porque las francesas parecen maniquíes y las pocas gordas que existen, sufren mucho. Es un libro que estimula la auto aceptación”.
Además, nos dice que en otros cuentos habla “del racismo subliminalmente, de temas ecológicos, de una niña que necesita que le donen un riñón”. Cuando se trata de narrar, esta autora escribe, en ocasiones, “por contraste, o sea, de cosas que me golpean de frente. Otras veces, escribo por simple placer de divertirme o de divertir a los niños”. Para escribir poesía, juega con los sonidos, “en la Ciudad de las Letras” escribí Waka Waka durante 10 años, un libro de poesía, y ABC Book que trata sobre la incomunicación de un extranjero que no comprende la cultura local de la ciudad de las letras”. La ciudad de las letras gana mención de honor en el concurso de poesía Fransisco Changmarín en el año 2009. Nos cuenta que colecciona libros de brujas (buenas y malas), y que el mejor es el de la colombiana Irene Vasco: Brujas. Como autora de libros para niños ha disfrutado mucho la experiencia de los cuentacuentos, incluso se disfraza. “Un día me invitaron al Hospital del Niño a la actividad Leer en Fiesta, de la Embajada Francesa. Relaté un cuento llamado Irualana y el Ogronte (O un cuento de miedo) de Graciela Montes. Es un cuento que va in crescendo, donde un Ogro se come un pueblo entero. Bueno, mi Ogro panameño se comío las venoclisis, las inyecciones, los doctores y todo lo que atemoriza a los niños en una hospitalización. En el cuento, Irulana al final mata al Ogro gritando su propio nombre y cada letra hace algo para matarlo. Puse a los niños a que gritaran cada uno su nombre para matar a su Ogro personal. Nunca me he divertido tanto ni me he sentido tan útil como escritora”. 

Sobre los lectores manifiesta que “el niño de hoy es muy visual. La literatura Infantil debe competir con el video juego, la tele, el Internet. Me acabo de graduar de Técnica en Diseño Gráfico. Debe haber un movimiento para que en Panamá se publiquen cuentos con ilustraciones de calidad. A los niños de hoy no se les puede engañar con cuentos ajenos a su mundo u obligarlos a leer solamente temas didácticos. Aún si se escribe un libro de animalitos (que en otros países ya está en desuso) los conflictos que confrontarán los animalitos son los que le interesan al niño”.
“Nunca me ha costado entender el mundo de los niños, aunque muchas veces me cuesta entender el de los adultos. Los niños son sinceros, directos, alegres y sobre todo, eternamente curiosos del mundo que los rodea, por eso nunca se aburren. Siempre quieren explorar cosas nuevas”.
1998 gana el Premio del Concurso de Literatura Infantil Alas Abiertas, con su cuento con visión de género, SI YO FUESE.
2001 realiza una auto publicación en Edición rústica para la Feria del Libro de Panamá, con el libro: A LA HORA DE DORMIR: Poesía, Secretos que mi ángel me contó y el cuento Acerca del Señor Reloj. 2002 gana el Premio del Instituto Nacional de Cultura, con el cuento LUZ, donde una niña se encontró un fantasma pirata y un ángel inexperto que no sabía cómo llevárselo de vuelta. Publicación INAC.
2004 gana el Premio del Instituto Nacional de Cultura con el cuento INES LA BOLITA. Trata sobre una pelota que creía ser una delgada muñeca de papel y sobre el aceptarse uno mismo.
2009 Mención de Honor en el Premio de Literatura Infantil Fransisco Changmarín, con el Poemario La ciudad de las Letras.
  

                                       

INES LA BOLITA

Cuento Ganador del
CONCURSO MEDIO POLLITO 2004  Panamá, Panamá
CATEGORIA ADULTO

Tarde por la noche, todos los  juguetes del cajón se asombraron ante  unos lamentos. Era la bolita Inés  quien lloraba desconsoladamente. Por  primera vez se miraba en el espejo, y no le gustó lo que vio.  Nunca había salido del  cesto desde el día en que la trajeron a la pieza de los niños. Esa noche saltó por primera vez  y !PUM!...,  se vio, redonda como era. Como la guardaban a lado de las mariquitas de papel, siempre pensó que era delgada.

Lino el rectángulo se le acercó dulcemente, pues  estaba enamorado de ella desde el primer momento en que la vio:
- A mí me gusta como eres, Inés. Me recuerdas la Luna, el Sol  y  una perla.-
Pero como Inés nunca había visto estas cosas, no podía entenderlo y continuó llorando. Entonces,  sus primos los triángulos saltaron fuera del cajón.
 Primero Tí la consoló: - Mira tú eres muy pequeña y no sabes nada. Nosotros hemos querido rodar toda la vida.  Quisiéramos ser las ruedas de una carreta, e irnos bien lejos de aquí.-
- Pero un triángulo es un triángulo y una bola es redonda, le dijo Tá.
-Así que, No hay  más que hacer.- continúo Té:  -Ven a jugar con nosotros. Vamos a  formar  las pirámides del desierto. Ellas tienen la misma forma  desde hace siglos y todos  las admiran.-
- Lo mejor es aceptarse con la forma que uno tiene -concluyó Tó, mientras se colocaba al lado de sus hermanos para formar la pirámide. Sin embargo, Inés no se interesó, pues nunca había salido del cajón y no conocía el mundo  que había afuera del dormitorio.  Lino insistió.  - Yo adoro las formas redondas, sin puntas, delicadas.   Haría lo que fuera  por ser como tú. 

Pero como Inés no le hacía caso, se agrandó hasta formar una ventana en la pared.
-!Salta y mira!.- La llamó Lino.  A través de la ventana, se podía mirar un hermoso jardín bajo la luna. Pero Inés no quería que supieran que  ella no sabía saltar, así que contestó - Déjame tranquila, que estoy bien.- Así que, Lino  y los triángulos decidieron seguir jugando y formaron una casa,  un rascacielos con una pirámide en la punta y un “sube-y-baja”. Inés se puso a practicar a saltar, pues estaba aburrida. De repente,  se cayó sobre la punta de la pirámide y  se puyó: -! Socoorrroo, Lino!- gritó Inés al desinflarse, dando volteretas  por el aire.-
Inmediatamente, Lino corrió a pegarse a Inés con todas sus fuerzas y la abrazó. Sólo así pudo detenerse la pérdida de aire que salía por el costado de Inés.
- Me siento mal,  mira la forma que tengo ahora, estoy toda aguada. ¿Y qué haré contigo, además,  cuando quiera estar sola?- se lamentó Inés. Lino no sabía que hacer, además que no quería admitir que el también estaba incómodo. Entonces,  Tá sugirió: - Vamos a consultar al Dr. Lo. Él sabrá qué debemos hacer.-

El Dr. Lo  era un gran libro en el  fondo del cuarto que tenía todos los cuentos que podían existir, aún  los olvidados y los que no habían nacido todavía. Es por ello que tenía el remedio a todas las enfermedades.     
Se fueron todos a la esquina donde  el Dr. Lo soñaba como de costumbre con sus cuentos. El Dr. Lo se despertó con un gran suspiro y dijo:
- Que escándalo, Dios mío,  Uds. no respetan el sueño de sus mayores-
- Tú siempre duermes Dr. Lo- contestaron los triángulos.
-  Me aburro, ya que  casi nadie me visita, ahora que hay una tele en el cuarto. Así que prefiero dormir. ¿Y díganme, que los trae por aquí, y quien es esa niña que  yo no conozco?- El Doctor Lo, era sumamente curioso.
- Me llamo Inés y Me pinché con mis queridos primos y  Lino, mi amigo se me ha pegado para tapar el hueco. -
- Mmmmm,  Mmmmmmm, Mmmmm. - El Dr. Lo pensaba, mientras se abrían y cerraban las páginas, mostrando cada vez una historia diferente.
- No sabía  que hubiesen tantos cuentos-  dijo Inés, mientras miraba con sus ojos asombrados, dibujos de cosas y lugares que no conocía.
- Tantos  hay, como  granos de arena en la playa.  Tantos como quieran que existan. Me parece que tú eres de la misma familia de las cosas redondas- El Doctor Lo abrió sus páginas mientras  señalaba-. Mira. Tengo un cuento de un  bus que iba de paseo al campo, al que se le  puyó una llanta. Creo que la llanta se parece a ti.-
Inés se molestó  y comenzó a llorar.
El Doctor Lo intentó consolar a Inés y le aseguró: - Niña, ser redonda es igual que ser un triángulo, un punto, una línea o un cuadrado. No es mejor ni peor. Lo mejor es aceptarse con la forma que uno tiene.-
- Me siento muy  mal. -dijo Inés.- Y se desmayó.
El Doctor Lo suspiró mientras decía: -Yo ya estoy muy viejo para curar, amigos.  Poro el Indio  es el curandero de todos los  juguetes del cuarto. La mayoría de los juguetes  querían quedarse entre mis páginas una vez que entraban por la enfermería que tengo en la página seis; y eso no era bueno, porque después los niños no tenían con quien jugar.-
- ¿Y donde encontramos a Poro?- preguntó Lino.
-No se preocupen, él los encontrará.  Siente el olor de un juguete enfermo a diez mil metros.- contestó el Doctor Lo. El Dr. Lo se durmió de repente, como era su costumbre. Sin  más que hacer, decidieron regresar al cajón. A medio camino, se les apareció un hombrecillo con mil rayas pintadas en el cuerpo. ! ¡Era Poro el Indio!  No había tiempo para presentaciones, así que simplemente les dijo:-  ¡Uuyyyy! ¡Hay que actuar rápido con esa bola enferma que los acompaña! No creo que sea tan  difícil-  Y sin darles tiempo a contestar, separó a Lino de Inés y cubrió la herida con su mano, mientras les pidió:
- Por favor, necesito ayuda del árbol de hule que está en el patio.-
Lino formó nuevamente una ventana y entonces pudo ver al viejo árbol, con sus hojas gruesas y caídas, que le daban la apariencia triste.
- Árbol de Hule, -suplicó Lino-, mi amada Inés se esta muriendo porque tiene una herida. ¿Crees que podrías ayudarnos curarla? -
El anciano  árbol se inclinó a través de la ventana y vio a Poro, que sostenía a Inés entre sus manos. No pudo contener su piedad al ver a la pobre Inés desmayada y comentó:
- Pobrecita... Lástima que no es una pelota de caucho  verdadero como en el tiempo de antes,  pero no se lo digan,  para que no se sienta mal. Esto me hace recordar a mis hermanos silvestres. Ya casi no hay bosques de caucho, casi todos han sido cortados.-  El árbol de hule suspiró triste y  una gran lágrima le rodó por el tronco. Tá  formó un cono y la recogió rápidamente. Entonces, Poro, empezó a cantar una canción que despertó al Dr. Lo.  Desde su esquina, el Dr. Lo abrió sus páginas en un cuento de donde salió bailando Charamusca, la hija rebelde del Fuego. Charamusca,  ayudó a los triángulos a darle forma la gota de hule y a pegárselo a Inés como parche. Poro el Indio pudo entonar su  flauta de caña para llamar a su amigo, el Viento del Sur, quien llegó como una brisa tibia a través de la ventana que había hecho Lino.


-Por favor, queremos ayudar- dijeron los triángulos y  se envolvieron para  formar unos  conos. Luego se alinearon para  guiar al Viento, que sopló y sopló.  Le metieron el aire por el ombliguero, hasta que Inés  despertó.
-! AUXILIO!- grito Inés-. !Siento que  voy a reventar!.
- Suficiente, -indicó Poro- ya está protestando.- Muchas gracias,  hermano Viento y Charamusca.- Ocupados como siempre, Charamusca y el Viento se fueron de vuelta a las páginas  del Dr. Lo, donde empezaron una nueva historia.
-Me siento avergonzada. Nada de esto hubiera pasado si al contemplarme en el espejo, no me hubiese enojado.- dijo Inés. - Hay muchos juguetes que estarían felices de ser como tú.- le recordó Poro.
- Sí. Lo importante es estar feliz con la forma que una tiene.- Muchas gracias.- Inés había recobrado su alegría usual. 
- Ya no me necesitas.- observó  a secas Poro el Indio. Y se marchó. No le gustaban los agradecimientos efusivos. Entonces Inés se fue dando volteretas, junto con Lino y los triángulos a darle las gracias al Doctor Lo. El Doctor Lo abrió sus páginas y les mostró a Inés todas las historias sobre cosas redondas que tenía: De la Luna Llena, de la tierra llamada Gaia, de las naranjas que querían quedarse siempre verdes, del Sol naciente y del Sol poniente, de las burbujas esféricas y de las pompas de jabón, de las perlas negras escondidas en las conchas traviesas, de la tierra de las brújulas despistadas, de una letra “O” malvada y comilona, de las ruedas perezosas, de los juegos de canicas en el lodo, de las pelotas boludas de colores, del Viejo Reloj que estaba aburrido, de la Gran Bola sin nombre ni color, y muchas otras más.
- Muchas gracias, porque ya entendí.- dijo Inés con un suspiro de alivio. – Me gusta mi forma redonda. Tengo muchos hermanos.-
Antes de dormirse, el Doctor Lo dijo: - Me alegro. Ven a visitarme cuando quieras. Recuerda que lo importante es estar feliz con la forma que uno tiene.-
Inés repitió varias veces,  como para no olvidar: - Lo importante es estar feliz con la forma que tengo. Lo importante es estar feliz con la forma que tengo. Lo importante es estar feliz con la forma que tengo. ¡Vaya, cómo me encanta ser una bola!-  Todos aplaudieron con grandes carcajadas. Esta vez empezaron  a jugar, formando diferentes cosas.   ¡Estaban muy contentos! !Nunca se habían divertido tanto! A la mañana siguiente, mientras los juguetes dormían  tiesos, como suelen hacerlo durante el día, los niños encontraron a Inés con un parche. Ninguno sospechó lo ocurrido, pero esa tarde, por primera vez en mucho tiempo, empezaron a ganar todos los partidos.






sábado, 5 de noviembre de 2011

Estela Perigault de Malgrat,Escritora, Ilustradora y Educadora Panameña


Síntesis Biográfica
Panameña. Realizó estudios superiores en el Instituto Pedagógico y en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile, titulándose con Distinción, de Licenciada de Bellas Artes y Profesora de Estado, Especialista en Artes Plásticas. A los 25 años, 1958, por iniciativa propia donó 100 piezas con sus fichas museográficas de Artesanía Popular e Indígena Panameña al Museo de Arte Americano popular de Chile. Siendo Tomás Lago su director.
Realizó estudios de Apreciación del Arte. Dirección y Supervisión Escolar, Antropología Cultural, Higiene Mental y Diseño Arquitectónico en la Universidad de Panamá. Actualmente acredita estudios de postgrado con título de Especialista en Docencia Superior y de Maestría en Didáctica y Tecnología Educativa, efectuados en la Universidad de Panamá. Becada por la OEA en 1981, para hacer Estudios de Diseño Gráfico y Diagramación, ICAES, Costa Rica.
Ha ilustrado innumerables cuentos y portadas de textos. Se destaca su estrecha colaboración en la ilustración de los cuentos de su hermana, Tilsia Perigault. Ha representado a Panamá en diversos congresos, encuentros y foros en Latinoamérica, Europa y Asia. Es notable su intervención como ilustradora en la Sección Latinoamericana  de la Feria Mundial del Libro Infantil para niños y jóvenes en Bologna, Italia en los años 1980-1984. 

En 1984 recibió reconocimiento oficial del Ministerio de Educación como ilustradora, a través del Banco del Libro. Presidió  desde 1997 la Comisión de Arte y Cultura por una Educación Integral de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Panamá, donde promueve la Literatura Infantil y Juvenil. Desde 1990 es la Vice-Presidenta de la Asociación Panameña de Literatura Infantil y Juvenil, APLIJ y a PIALI, actualmente está jubilada. Además de ilustrar escribe cuentos, novelas y teatro escolar. Ha participado en exposiciones pictóricas en Chile y en Panamá.
En 1998 participó en el primer Concurso Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en la Universidad de Panamá, donde fue premiada su obra” Boca e Tambó y otros Cuentos”. Posteriormente, en una edición especial de la Revista Cultural Lotería No. 478 y 479 “Cuentos para Niños de Autores Panameños, en el 2008 publican dos cuentos suyos para niños, Estefi, Los Talingos y El Buen Amo y Croc...Croc...Croc... un Concierto de Amor, Trompo de rama de jobo y Tucaramengaña el Tristón entre otros. Dos cuentos suyos aparecen en la obra “Flor y Nata, Mujeres Cuentistas de Panamá, de Jaramillo Levy, ed. Geminis, 2004. También ha realizado videos educativos:”La importancia de la ilustración en la Literatura Infantil. Las primeras Tecnologías Educativas – Dedito Quemado – Primer Encuentro de narradores vernaculares, Homenaje a la Patria narradora y otros. 




BOCA E TAMBÓ
(Cuento premiado en 1998 en Concurso Nacional de la Literatura Infantil y Juvenil de la Universidad de Panamá) 
Una pequeña familia formada por la madre, una niña y un niño, rompió la monotonía de aquella calurosa tarde de verano, al escucharse una voz gritar fuerte: —¡Misiaaa! ¡Misiaaaaa!.—
Junto a los gritos, se oía el sonido agudo e insistente del timbre de la puerta principal de nuestra casa, en las afueras  de la capital panameña…
Nos llamó la atención de las tres personas su expresión triste y aspecto descuidado. Hermelinda, pues así se llamaba la madre, y sus hijos Alejo y Minina, venían de Taimatí, pequeña comunidad de la costa oriental de la Ensenada de Garachiné en el Darién. Llegaron a la capital, buscando solucionar la extrema pobreza en que vivían. Nuestra madre los atendió.
—Pué sí, Misia, decía con tono quejumbroso, Hermelinda a mamá:—Los quemadon ed rancho, toíto, toítito, queddó como el cabbón de mi pellejo! – exclamó, a punto de llorar. Y mirando a la niña dijo:-La Minina tiene tre año ‘ta enfedmita, pero gracia` a Papa Dió, ‘ta viva; mi hijo Alejo rebigío, pero  me ayuda en toíto. Es mi «Bocaetambó», su Medcé.—
Nosotras, impresionadas por la manera de hablar de la negrita de pelo cuscú como de veintisiete años, le hacíamos señas a nuestra madre para que la empleara. Parecía que nos íbamos a divertir mucho. Mi hermana y yo en el umbral de la adolescencia, carecíamos de la madurez, para captar el drama que vivía esta humilde familia; su hambre, su angustia, sus tristezas y enormes necesidades. Sólo veíamos en ella,  lo chistoso, exótico y pintoresco.
—Pué denme algo que jacé Misia, nojotro no robamo lo ajeno. —Seguía diciendo Hermelinda con mucha ansiedad. —Alejo tiene que sabée laj letra, su Medcé. El ej gueno, le pone asunto a tóo, tiene ocho año; ¿Misia los deja quedá?, dijo con voz suave y dulce, al final.
Ante tal insistencia, se le contrató en período de prueba por quince días, para la limpieza y los mandados.
Nuestra madre los llevó al Centro de Salud donde los examinaron, detectándoles algunos problemas y deficiencias. Se sometieron los tres, a exámenes  de laboratorio y luego a tratamientos. Les asignó un cuarto bien ventilado con baño en el patio trasero de la casa, donde algunos árboles de mango, papayos, limoneros, junto a veraneras y jazmines, y una lora hablantina en su jaula, lo hacían acogedor.
La pobre Herme como le decíamos , no cabía en sí de alegría, casi le besaba los pies a nuestra madre, la Misia Bonita, como le llamaba.
Bueno, ¿les cuento?, tan excelente fue el trabajo de la darienita, que a los quince días, se le hizo un contrato por tiempo indefinido, a largo plazo. La pobre Hermelinda, compensaba su ignorancia y aspecto poco agraciado, por un trabajo cuidadoso y demostraciones de agradecimiento y lealtad a toda a familia. Los niños no molestaban, ella los tenía bien advertidos. No está demás decirles, que fueron equipados con ropa y todo lo necesario.
Nosotras, las niñas de la casa, durante el    año escolar pasábamos en el colegio, luego al regresar, estudiábamos el piano y preparábamos las tareas para el día siguiente. Nuestro interés mayor era la educación de Alejo y Minina; los tomamos, como con orgullo decíamos, bajo nuestra tutela y protección.
 
La Misia Bonita, le concedió permiso a Herme para acompañar a su hijita en el hospital, todo el tiempo que fuese necesario. Nosotras las niñas nos encargaríamos de Alejo, alias BocaeTambò y cooperaríamos en la limpieza. Pero el dolor y el llanto llegó a nuestra casa, la Minina falleció. El mal estaba muy avanzado y los médicos no pudieron salvarla. Herme y Alejo se sumieron en profundo dolor. Toda nuestra familia adolorida, también guardó luto, respetando los sentimientos, de tan querida familia darienita.
Nuestra madre informó a la escuela del niño Alejo, lo acontecido. Así, él faltó a clases por una semana debido al duelo. Visitábamos en la cripta de nuestra familia  a Minina, llevándole florecitas blancas y jazmines olorosos, como a ella le gustaban. Hermelinda poco a poco, se fue integrando al trabajo, pero guardó luto riguroso como acostumbraban allá en Taimatí, su pueblo.
Alejo, nuestro personaje, regresó a clases compungido, pero sobre todo con nuevos bríos y con un noble propósito, estudiar mucho, hasta llegar a ser hombre de leyes, para defender los derechos de los niños, sacar a su pueblo del olvido y a su madre de la pobreza.
El tiempo fue pasando; Alejo aprendió a leer y a escribir rápidamente pues no solo alcanzó a sus compañeros, si no que los sobrepasó.
El niño  con mucho amor,  le enseñó a leer y a escribir a su madre, que fue superando su tristeza, asombrada y orgullosa de ver como Bocae Tambó se destacaba en los estudios, pasando siempre con Primer Puesto de Honor; además sabía ganarse el cariño de los que lo trataban. Todos nosotros, hasta nuestro padre, tomamos muy en serio la educación de Alejo.
Un sábado temprano en la mañana, con un sol esplendoroso, Alejo ya finalizando el quinto grado, pidió permiso a su madre y a la Misia Bonita, para ir a jugar con su amiguito tableño, un niño muy gracioso, con una hermosa voz llamado Tite. Al concedérsele el permiso bajo muchas recomendaciones, el muchachito muy alegre, salió con dos mandarinas, pues había planeado jugar a los exploradores. Frente a la escuela ya  estaba  Tite, quien lo recibió con una amplia sonrisa. Tenía labradas dos largas varas, que como medio de defensa y bastón utilizarían ambos niños al internarse en el monte, muy lejos, muy lejos de la escuela. Caminando, casi corriendo, los niños llegaron al sitio indicado, para iniciar  su gran aventura. Alejo entregó a Tite las dos mandarinas, quien las guardó en la mochila de su merienda.
Al principio caminaban por el monte con mucha cautela, apartando las marañas con las varas; después cogiendo confianza, Tite empezó a cantar recordando a su mamá Doña Balata:
—“Dormí, chiquito dormí
dormí por amor de Dió,
    que se me mama la vaca
y se me ajuma el arró
ajé, ajé, ajeoaaa
que ya la vaca se vaaa
Ajé, ajé, ajeooo
que ya se ajumó el arróoo”.—
que ya se ajumó el arróoo”.—
 
Los niños felices, aplaudían riéndose a carcajadas. Tite soñaba con poder algún día,
comprarse un acordeón y cantar mucho. Sus padres, sencillos artesanos, también habían venido a la capital como tantos otros para mejorar su situación. Ellos no tenían prejuicios contra los negros. La madre de Tite, Doña Balata, de largas trenzas rubias y ojos claros, era oriunda de Guararé, quería mucho al niño Alejo, por su buen corazón y notable inteligencia.
Pues bien, los niños avanzaban ahora con más seguridad y rapidez por el monte. Disfrutaban observando y escuchando el canto de una gran variedad de pajaritos como: sangretoros, azulejos, periquitos, palomas titibúas  y hasta talingos. Las iguanas, los conejos, las ardillas y lagartijas se aparecían a cada rato. Pensaron, que debía haber alguna quebradita cerca, debido al hermosísimo verdor, frescura y la alegría del colorido de las flores silvestres que completaban aquel ambiente tan tropical e interesante. Alejo recogió hojas lanceoladas, acorazonadas, dentadas y ovaladas para llevárselas a la maestra. En eso preguntó—¿Tite, qué llevas en el bolsillo? Éste contestó: —un biombo, pero no te preocupes, ya sé, no mataremos pajaritos ni golpearemos a las iguanas. Sólo lo tengo para usarlo en caso de peligro.—
Alejo se tranquilizó y mientras caminaban empezó a tararear también una cancioncita de cuna imitando el acento de su madre:
--- “Duémete niñita,
 Duémete niñita,
que viene la mora,
 tocando de pueta, en pueta
 ¿Cuál es la niña que llora?
  ¿Cuál es la niña que lloraaa?
Una lágrima, rodó por la mejilla del negrito, quizá recordando a su hermanita Mínina  y a su valiente madre. Tite guardó silencio, respetando el dolor de su gran amigo.
Las varas eran de gran ayuda, de lejos podían tantear la maleza y separar las marañas; avanzaban ahora despacio, ya con la idea de regresar a la casa, tenían más de una hora de estar monteando. En eso Alejo, al rozar la vara contra una maleza sintió un sonido seco, como algo metálico, pues no era vidrio, ni piedra. Llamó a Tite, quien estaba entretenido comiendo ciruelas traqueadoras. ¡Ven, corre Tite! ¡Ven a ver esto!— le gritó. Acercándose el amigo, le advirtió: —¡Tengamos mucho cuidado!—¿A ver qué es?, dijo curioso.
Los dos empezaron a escarbar y a escarbar con la varas y con piedras chatas. Se veía como una punta o ángulo metálico muy oxidado. Estaban asustados y muy emocionados. Se sentían bastante agotados, pensaron en sus familiares y decidieron descansar un poco. Tite había traído en su mochila dos bollos, trozos de raspadura, una botella con limonada, más las mandarinas que le dio Alejo. Saciaron el hambre y la sed y reanudaron la faena; esta vez con más ahínco. Poco a poco fueron descubriendo una especie de maleta de cuero grueso con los ángulos de metal. Estaba muy maltratada. Los niños pensaron volver a enterrarla, pues habían escuchado historias terroríficas de violaciones, de entierros precolombinos indígenas y saqueos de huacas, cuyos ladrones murieron dramáticamente, degollados.
Ellos no querían correr riesgos, pues tenían hermosos planes para el futuro. Pero Alejo, que era el mayor de los dos, aconsejó que, como lo que encontraron era una vieja  maleta y no una tinaja de la época precolombina, no habría riesgo y debían abrirla para ver, qué contenía.
Con mucha dificultad, primero limpiaron la superficie de la maleta frotándola con hojas de guarumo. Después golpearon con piedras la cerradura y chapas oxidadas: ¡Chas, chaz, chaz.! ¡Crash, crash, crash.! Tite y Alejo sudaban copiosamente por el gran esfuerzo y la ansiedad que los dominaba. La cerradura junto a las chapas cedieron, a fuerza de los golpes. Tomando las varas como palancas, los niños abrieron la maleta. ¡Sus ojos querían salirse de las órbitas por el asombro! La maleta contenía un delgada capa de papel periódico amarillento y arrugado, cubriendo muchas bolsas de plástico, con billetes de Banco de a cien dólares, fuertemente amarradas. Titubearon un poco y con manos temblorosas la cerraron y sujetaron con largos bejucos a modo de soga. Entre los dos, la cargaron; no estaba demasiado pesada, comentaron. Salieron del monte tan rápido como pudieron, y en silencio. Ya afuera, dijo Alejo: —Tite, esconderemos la maleta debajo de un catre, en tu casa, que está aquí cerca y después, consultaremos con nuestras familias, sobre lo que debemos hacer con ella.—
Los niños a pesar de ser muy pobres, llevaron la maleta, al Corregidor, según acordaron con sus familiares. ¡La noticia corrió como reguero de pólvora! Todos los diarios y medios de comunicación publicaron las fotos de los dos humildes niños y la vieja maleta con las bolsas de dinero. Los expertos del Banco, comprobaron el origen de los billetes, cuyas características y número de serie coincidían con los de un cuantioso robo; el más grande perpetrado hace pocos años al Banco Nacional. ¡Eran miles y miles de dólares!
La honradez de los niños fue premiada por las autoridades, en una ceremonia oficial organizada en la escuela, presidida por el Gobernador; el Ministro de Educación, condecoró a los niños y se les entregó las Llaves de la Ciudad.El gerente del Banco les abrió una cuenta de ahorros con mil dólares a cada uno y se les otorgó una beca para concluir sus estudios primarios, continuar los secundarios y hasta realizar estudios superiores universitarios, según sus aspiraciones. Ya se pueden imaginar lo orgullos que estábamos todos y especialmente Hermelinda que no hacía más que llorar de alegría, besando a su BocaeTambó.
Hoy día, Alejo Lucumí es un prestigioso y querido abogado, famoso por su elocuencia y hermosa voz de orador. Tite Soriano, estudió Administración de Empresas, pero se ha destacado como cantante de música folklórica, y como acordeonista, es el primero. Siguen siendo amigos inseparables. La madre de Alejo ya no se atreve a gritarle a su distinguido abogado, — ¡Cállate BocaeTambó!— Por nada del mundo. 
Sin pérdida de tiempo nuestra madre matriculó al niño Alejo, como oyente en el primer grado de la escuela más cercana, mientras se le tramitaban algunos documentos. Iba muy elegante con su uniforme, limpio y planchado, medias blancas y zapatos lustrosos; se veía muy gracioso. En su maleta de fino cuero, que le compró nuestro padre, guardaba lápices de todos los colores, cuadernos y libros con su nombre: Alejo Lucumí.
Hermelinda, además de trabajadora, era chistosa, conversadora y sabía cantar con estilo propio y mucho ritmo. Los sábados en la tarde, atrás en el patio, en horas de su descanso le cantaba a Minina:
 —“Hedmelinda mi llamo yo,
la dil codazón di oro,
mientra ma pesare tengo,
mi aflijo pero no lloro,
ajéee, ajéee, ajéoo,
mi aflijo pero no lloro”.
mi aflijo pero no llorooo”.—
La niña Minina demostraba sentido del ritmo al jugar y bailar, pero tenía tendencia a dormir mucho. Su madre la sentaba en un petate, mientras hacía los quehaceres de la casa.
Alejo comenzó su asistencia a clase, demostrando mucho entusiasmo. Como nunca había asistido a la escuela, carecía de experiencia en sus ocho años. De contextura pequeña y delgada no tenia mucha diferencia física con sus compañeritos. La expresión del rostro del niño de profunda tristeza, poco a poco fue serenándose y hasta le brillaban los enormes ojos  negros y redondos al esbozar una tímida sonrisa.
Nosotras, lo mimábamos y asesorábamos en sus planas y tareas escolares.
Un día su hermanita que estaba medio ciega, enfermó gravemente, convulsionando, debido a fiebres muy altas. El cuadro dramático de esta pequeña familia de padre ausente, volvió a manifestarse. Mientras llegaba el médico, Hermelinda muy nerviosa  por temor a que muriera su hijita, se descontroló y culpó injustamente al niño de la enfermedad de  Minina.El muchachito, largó el llanto; eran verdaderos gritos de dolor y desesperación al ver a su  hermanita enferma y por la incomprensión de su pobre madre.
Lágrimas gruesas, salían a torrentes de los ojos del niño y lo más asombroso es, que por primera vez, nos percatamos del origen de ese apodo tan sonoro y pintoresco, que Herme le tenía a su hijo: El “Boca e Tambó”. Cuando más gritaba Alejo, más lo amenazaba  la madre, levantando la mano con el puño cerrado, en ademán de darle un coscorrón, repitiendo desesperada una y otra vez: —¡Cállate! BocaeTambó ¡Cállate BocaeTambó!— apenada por el escándalo. Alejo con la boca abierta, semejaba la de un tambor que además sonaba y pujaba.
El médico llegó a ver a Minina, quien ya había dejado de convulsionar, gracias  a que nuestra madre, le había puesto paños de agua fresca en la cabecita para bajarle la fiebre. Tenía congestionado los pulmones con flema, por catarros constantes, mal cuidados. Pasó la crisis, pero el doctor la ingresó al hospital para hacerle exámenes y tratamientos más adecuados. Además, un oftalmólogo le vería los ojitos.


sábado, 22 de octubre de 2011

Mitzi Sandoval - Poemas de Sol y Mar

Del interior vinieron nuestros padres, a esta ciudad
canalera. Aquí nacimos, pero con el alma y el
corazón, repletos de salomas, tamboritos y tunas
callejeras.
Y fueron aquellos, los cuentos de la tradición oral, del
tío Conejo y tío Tigre, de la tía Noneca y la tía Zorra,
del Padre sin Cabeza, de la Pavita de Tierra, de la
Tulivieja, del tío Capacho, la Silampa y la Llorona, y
otros, que se me escapan de la memoria, narrados
por las muy queridas abuelas o tíos Cuenta Cuentos,
en aquellas nochecitas veraniegas, debajo de la
tenue luz de un farol, los que nos marcaron, desde
un inicio, y para siempre, el gusto por escribir y narrar
cuentos para los niños y niñas.

Jugando en el mar

Yo juego cantando
yo canto al jugar
los juegos marinos
mis días en el mar.
Y juego en la arena
y al viento sin par,
Y juego en las aguas
que saben a sal.
Jugar con los peces,
me gusta el coral,
jugar con la brisa
que viene y se va.
Y juego en la lluvia
que juega en el mar
gotitas de nube
que el sol secará.

Mi Barco Velero
¡Anda
barquito, mi amigo
que el agua quieta
ya no lo está.
Tu proa embiste,
mi barco velero
cortando, alerta,
el azul del mar.
¡Hala!
barquito, ¡navega!
¡allí donde el mar
al cielo se unió!
¡Resiste! ¡Aguanta!
¡Hincha tus alas...!
¡la furia del viento,
se desató!
Anda, barquito
mi amigo,
juntos, yo quiero viajar,
ver otros mundos,
ver otros mares,
contigo, siempre, ¡soñar…!
¿Por qué duerme el candil?

El candil cierra los ojos
Y duerme en el alba.
Le gusta la noche
porque en ella vibra,
y su sombra gira,
y se agita,
y se estira,
y es inmensa…
Por eso el candil
cierra los ojos
y duerme en el alba.

martes, 12 de julio de 2011

Tilsia Margarita Perigault Hayams (30-5-1930 - 29-4-1990)

por Estela P. de Malgrat

Panameña, realizó estudios superiores de Educación PRE Escolar en la Universidad de Chile, como también Pedagogía y Periodismo en la Universidad de Panamá.
Desde muy joven se interesó en crear Literatura Infantil, junto a su hermana Estela como ilustradora.
Su primer trabajo en el área fue un Programa en Radio Hogar, presentado por ella misma narrando
Cuentos para niños. En 1961 publicó una pequeña colección de versos e historietas rimadas con el
Título de Versos para divertir a los niños (Impresora Nacional). En esa misma época empezó a escribir
Cuentos para adultos, destacándose "La Vieja de los Pájaros "  publicado en la Revista Maga.
1986. También empezó a publicar crónicas en El Panamá América. Entre 1962-63 editó y presentó un
Programa de televisión de corte familiar en Televisara Nacional Canal 2 llamado La Mujer y el Niño.
Su primera página de prensa infantil apareció en el diario Crítica (1963-1964) y también tenía una
Columna diaria de opinión titulada Álbum, que en pocas semanas de la página de sociales pasó a la
Página editorial. También escribía comentarios de interés general en la Revista 18 de orientación
Política.
En 1971 reanudó su carrera periodística con la publicación de dos páginas semanales en El PanamáAmérica, una titulada Nosotras y Nuestro Mundo sobre temas controvertidos en torno a la relación hombre-mujer empleando el estilo de sátira humorística y la segunda titulada El Panamá América de los Niños con material de lectura y recreación para los niños. Debido a la inestabilidad política del país que dominaba el periódico que había sido confiscado por la dictadura militar su trabajo se vio interrumpido en 1973.
Varios de sus cuentos han sido premiados por el concurso de la Caja de Ahorros organizado por Berta Alicia Peralta, entre ellos se destaca La Mariposa de Plata nominado para el 1er lugar y cuya lectura fue recomendada a todas las escuelas del país. Su otro cuento premiado "La Ratita que Quería
Comer Suripico" (Centro de Impresión Educativa) ha sido publicado por diversas casas editoriales, llevado al teatro muchas veces, y en la Facultad de Ciencias de la Educación. Adaptado en dibujos animados en Televisión Educativa Canal 11, hoy SERTV. Toda su obra publicada ha sido ilustrada por su hermana, Estela Perigault de Malgrat, también escritora.*
Fundó los semanarios "Mi periódico “(para niños, niñas y jóvenes) y Anayansi para la mujer.
En la década de los ochenta, Tilsia participó con el Dr. Carlos Malgrat, el Ing. Jorge Bonamico, la Dra.Otilia A. de Tejeira entre otros, en el escuchado Programa de Radio Hogar: ¿Quién educa?
 
Ya desde 1972 laboraba en el Centro de arte y cultura del Ministerio de Educación, siendo su director el escultor Carlos Arboleda, dependencia cuyos objetivos son sensibilizar a la ciudadanía en los valores estéticos y promover la creatividad artística y artesanal. Por su iniciativa se crearon los primeros cursos de Creatividad Libre Infantil en 1974 empleando el método intuitivo y la literatura como principal motivación. Simultáneamente ejercía como Directora del Nivel Primario en el Instituto Psico-
Pedagógico, cuyo fundador y Director General fue el Dr. Carlos Malgrat.
En 1981 reanudó su página infantil La Estrella de los Niños en el Diario La Estrella de Panamá, además de lecturas recreativas, publicó, obras de autores desconocidos de talento; en el presente algunos de ellos se han destacado, como Isabel Roldán, Hena de Zachrisson y otros.
Entre 1977-78 fue licenciada de su cargo oficial por el Ministerio de Educación para dedicarse a producir literatura panameña para niños. En este período realizó su mayor producción literaria infantil: una Novela infantil y juvenil con 15 relatos con Fondo Histórico del Nacimiento de la República de Panamá titulado Las Aventuras de Blin (sin publicar), también 100 Adivinanzas panameñas para niños (Centro Educativo) así como cuentos, poemas y letras para canciones.
Tilsia Perigault Hayams fue muchas veces jurado en concursos de cuentos y arte infantil y como expositora en diferentes seminarios, mesas redondas, congresos nacionales y extranjeros sobre literatura infantil y otros temas de interés.
También es co-autora de un trabajo de orientación para padres y maestros sobre la forma de motivar la lectura y la iniciación creadora desde la más tierna infancia con la escritora uruguaya Aida Marcuse llamado “Que narrar a los niños y cómo hacerla con éxito”, aún sin publicar.
En 1978 funda junto a la Dra. Joaquina P. de Padilla y otras distinguidas ciudadanas LA ASOCIACION PANAMEÑA DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL, IBBY de Panamá siendo su Vicepresidenta hasta 1990.
Muere el 29 abril de 1990 a los 59 años con la mayor parte de su trabajo inédito. Le sobreviven su única hija Sybila Irene Ortíz Perigault y su nieto Tomás Hernández O.




RIMAS Y TRABALENGUAS 

Clava, clava, zapatero
quita, quita te el sombrero,
míra, mira tu amiguito,
ha enredado este versito,
ya no sé por donde voy,
ni en que día estamos hoy.


Pin-Pín, Pón-Pón,
pín-pín-pín, pón-pón-pón,
cuerpecito de cartón,
Cabecita de ratón,
Tus ojitos de carbón,
Me han robado el corazón.


Grita, grita la lorita,
chica, chica, la chiquita,
quita, quita, la manita.


Las estrellas son tan bellas
que las vamos a contar:
uno, dos, tres, cuatro estrellas,
separemos las mas bellas,
no se vayan a ensuciar.


Sapito verde, gato amarillo,
por qué la cara tienes de grillO?
por qué das coces como un caballo?
di por que cantas con voz de gallo?









LA RATITA QUE QUERIA COMER SURIPICO
(PREMIADA POR LA CAJA DE AHORROS)


Pues resulta que cierta vez, una ratita quiso comer dulce de
suripico y se fue a ver a doña vaca.
- ¿ Qué tal vecina, qué tal? A ver si hacemos un cambalache.
Usted me da un poco de leche para hacer suripico y yo le
convidaré un poco de dulce.
- Como no, 'vecina, aquf tiene usted.
Entonces la ratita le habló al sol.
- Señor sol, señor sol, ¿qué tal si hacemos un cambalache?
Aumente usted el calor para que se corte pronto esta leche con
la que haré suripico y yo le convidaré un poco de dulce.
- Como no, ratita, aumentaré el calor.
La ratita puso la vasija de leche a todo sol, fue entonces al
cañaveral y dijo a la caña:
- ¿ Qué tal vecina, que tal? A ver si hacemos un cambalache.
Usted me da un poco de miel para hacer suripico y yo le
convidaré un poco de dulce.
- Como no, vecina, aqul tiene usted.
Finalmente la ratita se metió en el monte.
- ¿ Qué tal vecino, qué tal? A ver si hacemos un cambalache.
Usted me da un poco de leña para cocinar suripico y yo le
convidaré un poco de dulce.
- Cómo no. ratita. toma la que quieras.
Cuando la ratita regresó a su casa con la miel y la leña, ya la
leche estaba cortada. La puso a hervir y luego le añadió la miel.
El rico olor la tenía loca y antes de que el dulce se enfriara se lo
empezó a golosear.
Cuando acordó, la paila estaba vacía, que ni zurrapa quedaba.
La ratita no sabía qué hacer.
¿Cómo iba a decirte al sol y a sus vecinos que se había comido
todo el dulce y que no podría cumplir con el trato? Así pues, se
escondió en una cuevita y para allá mudó todos sus trastos.
Ahora sólo sale de noche y de carrera, para no encontrarse con el
sol, ni con la vaca, ni con el monte, ni con la coila.


Nota: En consideración a Derechos de Autor no se han publicado aquí  las ilustraciones originales de la Profesora Estela Perigault de Malgrat.*