Irene Guerra de Delgado, escritora
Presidenta de la
Academia Panameña de Literatura Infantil y Juvenil.
El 2 de abril se conmemora el Día internacional de la literatura infantil y juvenil en honor al escritor danés Hans Christian Andersen, cuyas obras siguen vigentes entre los niños del mundo.
La literatura para niños y jóvenes ha pasado por distintos momentos. Ella nace de la necesidad de contar, de cantar, de arrullar…en otras palabras de mantener vivo el hilo conductor entre generaciones. La madre arrulla y canta,( o al menos lo hacía), a su bebe desde el vientre, las abuelas cuentan historias (lo harán hoy en día?). Sí, definitivamente, todo comienza en el seno del hogar. Esta es una de las grandes responsabilidades de la familia.
En la actualidad, la Literatura Infantil en nuestro país sigue caminando y creciendo poco a poco. Existen organizaciones como la Academia Panameña de Literatura Infantil y Juvenil, parte de la red iberoamericana de Academias, que promueve la escritura y la crítica en esta especialidad.Nos encontramos en un momento muy importante para la literatura infantil a nivel mundial, pero sobre todo en Iberoamérica. Se puede decir que hemos llegado a la mayoría de edad. Aquella literatura para niños creada para enseñar, y que se escribía en términos diminutivos ha sido rebasada por una escritura de alta calidad que aspira a ser consumida por chicos y grandes. Los escritores para niños, hoy en día, están más conscientes de un público exigente y expuesto permanentemente a problemas antes considerados exclusivamente de adultos: la muerte, la violencia, la guerra, la discriminación, la pobreza, el sexo, el abuso, la inmigración, el racismo…son temas con los que conviven nuestros niños. Los escritores para niños también abordan estos temas de una manera cada vez más directa buscando hacer comprender, orientar y preparar a los jóvenes para enfrentar un mundo cada vez más complejo. La escritura para niños puede abordar cualquier tema de actualidad, por más crudo que nos parezca, siempre y cuando se utilicen los recursos literarios comprensibles y las imágenes adecuadas.
En conclusión, la buena literatura para niños y jóvenes no es sólo cuestión de escuelas sino del hogar, no es sólo asunto de hábito sino de necesidad. Los buenos libros abren los caminos de la imaginación para que la realidad, a veces dura y descarnada, transite por espacios estimulantes y prometedores. Un buen libro es un alimento de reserva en momentos de tristeza y angustia. Los buenos libros no sólo aportan conocimientos sino que estimulan la creatividad y crean la reserva de fantasía que hace que cada etapa de la vida, que cada ser u objeto adquiera profundidad y significado. Ojalá que este 2 de abril incite a la reflexión de padres, maestros, escritores y promotores de lectura sobre la responsabilidad que nos cabe en la formación de niños y jóvenes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario