miércoles, 23 de noviembre de 2011

Escribir compulsivamente para niños y niñas panameños.


 Entrevista por Marilina Vergara.

Ledabril Moreno empezó a escribir por una necesidad: “Durante la dictadura, los jóvenes teníamos la boca amordazada, así que, con su caída, empieza a proliferar la literatura de temas que no son nacionalistas o de interés del gobierno”.
Cuenta que un día fue a buscarle un libro a su sobrino “pues añoraba transmitirle la magia de los libros que me compraban mis padres en la antigua librería Menéndez” pero no encontré ningún texto “de calidad”. Además, recordó que durante la invasión, “las librerías no habían sido saqueadas y me dije que, si los adultos panameños no leían, era porque no habían tenido una buena oferta de libros cuando eran niños”. En esa época, a inicios de los años 90, “estábamos en la reconstrucción del país y todos teníamos el idealismo de aportar un granito de arena”. Además, Ledabril quería apartarse “de lo estirado e intelectual de mi carrera de médico”. 
Le encantan los desafíos, por eso se lanzó al mundo de la literatura. “Después de la invasión se forma el taller de cuentos Umbral, que se reunía en el antiguo museo Reina Torres de Araúz en la plaza Cinco de Mayo. Estaba dirigido por el Profesor Juan Gómez”, recuerda la escritora. “Escribir es una compulsión que no puedo evitar. Me gusta la literatura infantil, porque puedo construir mundos sin límites”, manifiesta la autora de cuentos para chicos. El tema a tratar con los niños “depende de la cultura”, dice Leda. “Escribir es transmitir un mensaje. Por lo general, se intenta transmitirle a nuestra juventud mensajes, valores, situaciones, sin caer en paternalismo, escolaridad disfrazada o moralismo”. Para ella “no hay tema tabú, mientras exista un problema en la sociedad, todos los temas son necesarios porque queramos o no proteger a nuestros hijos, eventualmente serán expuestos a la realidad, pero recordemos que los cuentos para niños van a ser seleccionados por lospadres y maestros antes de pasar al niño y esto es sumamente sensitivo”. Añade que “los niños intuitivamente prefieren que se les cuenten historias conflictivas, no historias planas, porque es a través del conflicto de los personajes que aprenden a resolver los propios”. En 2004, participó en el fallido proyecto de Unicef- Ministerio de Educación junto con otro grupo de escritores. Su primer cuento ganador “Si yo fuese”, en el concurso Alas Abiertas en 1999, “tenía visión de género y hablaba de unas niñas vendedoras de plátanos en el semáforo”. “La pobreza no respeta el género. En realidad, estas niñas existían en el semáforo de Chanis y las vi crecer”, acota la escritora.
Otro cuento suyo, “Inés la bolita” (ganador del Medio Pollito), es sobre “una bolita que se creía una mariquita de papel, hasta que se vio en un espejo”.
Narra que lo escribió en Francia “porque las francesas parecen maniquíes y las pocas gordas que existen, sufren mucho. Es un libro que estimula la auto aceptación”.
Además, nos dice que en otros cuentos habla “del racismo subliminalmente, de temas ecológicos, de una niña que necesita que le donen un riñón”. Cuando se trata de narrar, esta autora escribe, en ocasiones, “por contraste, o sea, de cosas que me golpean de frente. Otras veces, escribo por simple placer de divertirme o de divertir a los niños”. Para escribir poesía, juega con los sonidos, “en la Ciudad de las Letras” escribí Waka Waka durante 10 años, un libro de poesía, y ABC Book que trata sobre la incomunicación de un extranjero que no comprende la cultura local de la ciudad de las letras”. La ciudad de las letras gana mención de honor en el concurso de poesía Fransisco Changmarín en el año 2009. Nos cuenta que colecciona libros de brujas (buenas y malas), y que el mejor es el de la colombiana Irene Vasco: Brujas. Como autora de libros para niños ha disfrutado mucho la experiencia de los cuentacuentos, incluso se disfraza. “Un día me invitaron al Hospital del Niño a la actividad Leer en Fiesta, de la Embajada Francesa. Relaté un cuento llamado Irualana y el Ogronte (O un cuento de miedo) de Graciela Montes. Es un cuento que va in crescendo, donde un Ogro se come un pueblo entero. Bueno, mi Ogro panameño se comío las venoclisis, las inyecciones, los doctores y todo lo que atemoriza a los niños en una hospitalización. En el cuento, Irulana al final mata al Ogro gritando su propio nombre y cada letra hace algo para matarlo. Puse a los niños a que gritaran cada uno su nombre para matar a su Ogro personal. Nunca me he divertido tanto ni me he sentido tan útil como escritora”. 

Sobre los lectores manifiesta que “el niño de hoy es muy visual. La literatura Infantil debe competir con el video juego, la tele, el Internet. Me acabo de graduar de Técnica en Diseño Gráfico. Debe haber un movimiento para que en Panamá se publiquen cuentos con ilustraciones de calidad. A los niños de hoy no se les puede engañar con cuentos ajenos a su mundo u obligarlos a leer solamente temas didácticos. Aún si se escribe un libro de animalitos (que en otros países ya está en desuso) los conflictos que confrontarán los animalitos son los que le interesan al niño”.
“Nunca me ha costado entender el mundo de los niños, aunque muchas veces me cuesta entender el de los adultos. Los niños son sinceros, directos, alegres y sobre todo, eternamente curiosos del mundo que los rodea, por eso nunca se aburren. Siempre quieren explorar cosas nuevas”.
1998 gana el Premio del Concurso de Literatura Infantil Alas Abiertas, con su cuento con visión de género, SI YO FUESE.
2001 realiza una auto publicación en Edición rústica para la Feria del Libro de Panamá, con el libro: A LA HORA DE DORMIR: Poesía, Secretos que mi ángel me contó y el cuento Acerca del Señor Reloj. 2002 gana el Premio del Instituto Nacional de Cultura, con el cuento LUZ, donde una niña se encontró un fantasma pirata y un ángel inexperto que no sabía cómo llevárselo de vuelta. Publicación INAC.
2004 gana el Premio del Instituto Nacional de Cultura con el cuento INES LA BOLITA. Trata sobre una pelota que creía ser una delgada muñeca de papel y sobre el aceptarse uno mismo.
2009 Mención de Honor en el Premio de Literatura Infantil Fransisco Changmarín, con el Poemario La ciudad de las Letras.
  

                                       

INES LA BOLITA

Cuento Ganador del
CONCURSO MEDIO POLLITO 2004  Panamá, Panamá
CATEGORIA ADULTO

Tarde por la noche, todos los  juguetes del cajón se asombraron ante  unos lamentos. Era la bolita Inés  quien lloraba desconsoladamente. Por  primera vez se miraba en el espejo, y no le gustó lo que vio.  Nunca había salido del  cesto desde el día en que la trajeron a la pieza de los niños. Esa noche saltó por primera vez  y !PUM!...,  se vio, redonda como era. Como la guardaban a lado de las mariquitas de papel, siempre pensó que era delgada.

Lino el rectángulo se le acercó dulcemente, pues  estaba enamorado de ella desde el primer momento en que la vio:
- A mí me gusta como eres, Inés. Me recuerdas la Luna, el Sol  y  una perla.-
Pero como Inés nunca había visto estas cosas, no podía entenderlo y continuó llorando. Entonces,  sus primos los triángulos saltaron fuera del cajón.
 Primero Tí la consoló: - Mira tú eres muy pequeña y no sabes nada. Nosotros hemos querido rodar toda la vida.  Quisiéramos ser las ruedas de una carreta, e irnos bien lejos de aquí.-
- Pero un triángulo es un triángulo y una bola es redonda, le dijo Tá.
-Así que, No hay  más que hacer.- continúo Té:  -Ven a jugar con nosotros. Vamos a  formar  las pirámides del desierto. Ellas tienen la misma forma  desde hace siglos y todos  las admiran.-
- Lo mejor es aceptarse con la forma que uno tiene -concluyó Tó, mientras se colocaba al lado de sus hermanos para formar la pirámide. Sin embargo, Inés no se interesó, pues nunca había salido del cajón y no conocía el mundo  que había afuera del dormitorio.  Lino insistió.  - Yo adoro las formas redondas, sin puntas, delicadas.   Haría lo que fuera  por ser como tú. 

Pero como Inés no le hacía caso, se agrandó hasta formar una ventana en la pared.
-!Salta y mira!.- La llamó Lino.  A través de la ventana, se podía mirar un hermoso jardín bajo la luna. Pero Inés no quería que supieran que  ella no sabía saltar, así que contestó - Déjame tranquila, que estoy bien.- Así que, Lino  y los triángulos decidieron seguir jugando y formaron una casa,  un rascacielos con una pirámide en la punta y un “sube-y-baja”. Inés se puso a practicar a saltar, pues estaba aburrida. De repente,  se cayó sobre la punta de la pirámide y  se puyó: -! Socoorrroo, Lino!- gritó Inés al desinflarse, dando volteretas  por el aire.-
Inmediatamente, Lino corrió a pegarse a Inés con todas sus fuerzas y la abrazó. Sólo así pudo detenerse la pérdida de aire que salía por el costado de Inés.
- Me siento mal,  mira la forma que tengo ahora, estoy toda aguada. ¿Y qué haré contigo, además,  cuando quiera estar sola?- se lamentó Inés. Lino no sabía que hacer, además que no quería admitir que el también estaba incómodo. Entonces,  Tá sugirió: - Vamos a consultar al Dr. Lo. Él sabrá qué debemos hacer.-

El Dr. Lo  era un gran libro en el  fondo del cuarto que tenía todos los cuentos que podían existir, aún  los olvidados y los que no habían nacido todavía. Es por ello que tenía el remedio a todas las enfermedades.     
Se fueron todos a la esquina donde  el Dr. Lo soñaba como de costumbre con sus cuentos. El Dr. Lo se despertó con un gran suspiro y dijo:
- Que escándalo, Dios mío,  Uds. no respetan el sueño de sus mayores-
- Tú siempre duermes Dr. Lo- contestaron los triángulos.
-  Me aburro, ya que  casi nadie me visita, ahora que hay una tele en el cuarto. Así que prefiero dormir. ¿Y díganme, que los trae por aquí, y quien es esa niña que  yo no conozco?- El Doctor Lo, era sumamente curioso.
- Me llamo Inés y Me pinché con mis queridos primos y  Lino, mi amigo se me ha pegado para tapar el hueco. -
- Mmmmm,  Mmmmmmm, Mmmmm. - El Dr. Lo pensaba, mientras se abrían y cerraban las páginas, mostrando cada vez una historia diferente.
- No sabía  que hubiesen tantos cuentos-  dijo Inés, mientras miraba con sus ojos asombrados, dibujos de cosas y lugares que no conocía.
- Tantos  hay, como  granos de arena en la playa.  Tantos como quieran que existan. Me parece que tú eres de la misma familia de las cosas redondas- El Doctor Lo abrió sus páginas mientras  señalaba-. Mira. Tengo un cuento de un  bus que iba de paseo al campo, al que se le  puyó una llanta. Creo que la llanta se parece a ti.-
Inés se molestó  y comenzó a llorar.
El Doctor Lo intentó consolar a Inés y le aseguró: - Niña, ser redonda es igual que ser un triángulo, un punto, una línea o un cuadrado. No es mejor ni peor. Lo mejor es aceptarse con la forma que uno tiene.-
- Me siento muy  mal. -dijo Inés.- Y se desmayó.
El Doctor Lo suspiró mientras decía: -Yo ya estoy muy viejo para curar, amigos.  Poro el Indio  es el curandero de todos los  juguetes del cuarto. La mayoría de los juguetes  querían quedarse entre mis páginas una vez que entraban por la enfermería que tengo en la página seis; y eso no era bueno, porque después los niños no tenían con quien jugar.-
- ¿Y donde encontramos a Poro?- preguntó Lino.
-No se preocupen, él los encontrará.  Siente el olor de un juguete enfermo a diez mil metros.- contestó el Doctor Lo. El Dr. Lo se durmió de repente, como era su costumbre. Sin  más que hacer, decidieron regresar al cajón. A medio camino, se les apareció un hombrecillo con mil rayas pintadas en el cuerpo. ! ¡Era Poro el Indio!  No había tiempo para presentaciones, así que simplemente les dijo:-  ¡Uuyyyy! ¡Hay que actuar rápido con esa bola enferma que los acompaña! No creo que sea tan  difícil-  Y sin darles tiempo a contestar, separó a Lino de Inés y cubrió la herida con su mano, mientras les pidió:
- Por favor, necesito ayuda del árbol de hule que está en el patio.-
Lino formó nuevamente una ventana y entonces pudo ver al viejo árbol, con sus hojas gruesas y caídas, que le daban la apariencia triste.
- Árbol de Hule, -suplicó Lino-, mi amada Inés se esta muriendo porque tiene una herida. ¿Crees que podrías ayudarnos curarla? -
El anciano  árbol se inclinó a través de la ventana y vio a Poro, que sostenía a Inés entre sus manos. No pudo contener su piedad al ver a la pobre Inés desmayada y comentó:
- Pobrecita... Lástima que no es una pelota de caucho  verdadero como en el tiempo de antes,  pero no se lo digan,  para que no se sienta mal. Esto me hace recordar a mis hermanos silvestres. Ya casi no hay bosques de caucho, casi todos han sido cortados.-  El árbol de hule suspiró triste y  una gran lágrima le rodó por el tronco. Tá  formó un cono y la recogió rápidamente. Entonces, Poro, empezó a cantar una canción que despertó al Dr. Lo.  Desde su esquina, el Dr. Lo abrió sus páginas en un cuento de donde salió bailando Charamusca, la hija rebelde del Fuego. Charamusca,  ayudó a los triángulos a darle forma la gota de hule y a pegárselo a Inés como parche. Poro el Indio pudo entonar su  flauta de caña para llamar a su amigo, el Viento del Sur, quien llegó como una brisa tibia a través de la ventana que había hecho Lino.


-Por favor, queremos ayudar- dijeron los triángulos y  se envolvieron para  formar unos  conos. Luego se alinearon para  guiar al Viento, que sopló y sopló.  Le metieron el aire por el ombliguero, hasta que Inés  despertó.
-! AUXILIO!- grito Inés-. !Siento que  voy a reventar!.
- Suficiente, -indicó Poro- ya está protestando.- Muchas gracias,  hermano Viento y Charamusca.- Ocupados como siempre, Charamusca y el Viento se fueron de vuelta a las páginas  del Dr. Lo, donde empezaron una nueva historia.
-Me siento avergonzada. Nada de esto hubiera pasado si al contemplarme en el espejo, no me hubiese enojado.- dijo Inés. - Hay muchos juguetes que estarían felices de ser como tú.- le recordó Poro.
- Sí. Lo importante es estar feliz con la forma que una tiene.- Muchas gracias.- Inés había recobrado su alegría usual. 
- Ya no me necesitas.- observó  a secas Poro el Indio. Y se marchó. No le gustaban los agradecimientos efusivos. Entonces Inés se fue dando volteretas, junto con Lino y los triángulos a darle las gracias al Doctor Lo. El Doctor Lo abrió sus páginas y les mostró a Inés todas las historias sobre cosas redondas que tenía: De la Luna Llena, de la tierra llamada Gaia, de las naranjas que querían quedarse siempre verdes, del Sol naciente y del Sol poniente, de las burbujas esféricas y de las pompas de jabón, de las perlas negras escondidas en las conchas traviesas, de la tierra de las brújulas despistadas, de una letra “O” malvada y comilona, de las ruedas perezosas, de los juegos de canicas en el lodo, de las pelotas boludas de colores, del Viejo Reloj que estaba aburrido, de la Gran Bola sin nombre ni color, y muchas otras más.
- Muchas gracias, porque ya entendí.- dijo Inés con un suspiro de alivio. – Me gusta mi forma redonda. Tengo muchos hermanos.-
Antes de dormirse, el Doctor Lo dijo: - Me alegro. Ven a visitarme cuando quieras. Recuerda que lo importante es estar feliz con la forma que uno tiene.-
Inés repitió varias veces,  como para no olvidar: - Lo importante es estar feliz con la forma que tengo. Lo importante es estar feliz con la forma que tengo. Lo importante es estar feliz con la forma que tengo. ¡Vaya, cómo me encanta ser una bola!-  Todos aplaudieron con grandes carcajadas. Esta vez empezaron  a jugar, formando diferentes cosas.   ¡Estaban muy contentos! !Nunca se habían divertido tanto! A la mañana siguiente, mientras los juguetes dormían  tiesos, como suelen hacerlo durante el día, los niños encontraron a Inés con un parche. Ninguno sospechó lo ocurrido, pero esa tarde, por primera vez en mucho tiempo, empezaron a ganar todos los partidos.






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